La Resiliencia, eso que nos salva de la vida

A lo largo de tu vida habrás pasado por muchas situaciones difíciles, que con el tiempo lograste ver con perspectiva y después de años, puedes valorar el éxito que tuviste al gestionarlas.

Lo cierto es que todos sin excepción pasamos por situaciones difíciles y con el paso del tiempo caemos en la cuenta de que tal vez la vida consista en eso, en ir salvando los obstáculos que se nos presenten e ir disfrutando del camino que recorremos mientras sorteamos esas situaciones.

Si bien los grados de dificultad de las problemáticas vienen dados de forma externa, el cómo nos afectan viene dado internamente, por cómo percibamos personalmente dicha circunstancia. He ahí la clave. Hay tantas posibilidades de percepción como personas habitamos el mundo.

La resiliencia es la capacidad para ver oportunidades de recuperación en las situaciones más difíciles que imaginemos, y para dirigirnos hacia esas oportunidades y salir de allí con toda nuestra energía, aunque nos sintamos hundidos, aunque nos percibamos en un abismo; la realidad es que de todas las situaciones difíciles se puede salir, si uno lo ve posible y si dirige su acción decididamente hacia ello.

No todos hemos desarrollado resiliencia en nuestra vida. Hay quien, por desgracia, ha vivido muchas situaciones complejas o dolorosas y no acaba desarrollando esa capacidad para levantarse de la caída y salir con fuerza del sufrimiento. Hay quien la ha desarrollado aunque las desdichas que haya sufrido en la vida no hayan sido demasiado crueles, sino pequeñas piedras en el camino. No por estar más expuestos a desgracias seremos más resilientes, pero lo que sí es acertado decir es que cuanto más expuestos estemos más posibilidades tendremos de levantarnos y crecer ante una caída, sin la experiencia se hace casi imposible.

La realidad es que el ser resiliente o no, depende de toda nuestra historia de vida, de nuestra experiencia vital y de lo que hayamos aprendido observando a nuestros padres o cuidadores. Desde niños nos preparamos para afrontar lo que será esa carrera de obstáculos, y en ello influyen desde la herencia genética, hasta los estilos de crianza o los estilos comunicativos de quienes nos cuidaron cuando éramos niños y niñas.

Cuando por cualquiera de estos determinantes, no desarrollamos resiliencia, se pueden abrir frente a nosotros otros caminos para llegar a ella.

La intervención psicoeducativa es muy importante en este sentido. Hay veces que desarrollamos una capacidad o habilidad sin ponerle nombre, y hay otras veces ocurre al contrario, si no le ponemos esa etiqueta, nos cuesta mucho trabajo comprender el concepto y comenzar a trabajar en ello. La psicoeducación nos acerca a conocer qué es la resiliencia y nos da las primeras claves para comenzar a desarrollarla. Este breve artículo es una puerta que a muchos se le abre, como una semilla que se planta y que si empezamos a regar, germinará y crecerá, floreciendo y dando sus frutos, adaptándose al medio, a pesar, o gracias a las tormentas y al sol cegador del verano.

Actualmente vivimos en un mundo “patas arriba”, nos hemos encontrado todos a la vez una de esas piedras del camino, además es un buen pedrusco. Es tan grande, que incluso nos tapa las bonitas vistas de detrás. Aunque esté el país paralizado, la realidad es que la vida sigue para la mayoría de nosotros y nosotras, y seguimos pudiendo disfrutar de muchas de las maravillosas cosas que nos ha dado la vida, y de las que no podemos disfrutar hoy, volveremos a poder, aunque no sepamos cuándo exactamente.

Para las muchas personas que, además de estar en confinamiento, han sufrido o están sufriendo la pérdida de algún familiar en estos tiempos, ya sea por el virus, o por otra dolorosa circunstancia, también continúa la vida, aunque a partir de ahora ésta sea de otro color, y haya cambiado su dirección repentinamente.

Son para ellos momentos más duros que para el resto, y es importante que todos seamos conscientes.

La vida ha cambiado, el mundo ha cambiado, y ahora más que nunca necesitamos desarrollar la compasión y la resiliencia.

Cristina Cerrada Baena

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